El mito de la calidad en las startups
Expectativas sobre la calidad del software, startups y consultoras
Lo bueno de trabajar en una startup es que, por fin, podemos hacer las cosas bien. No como en las consultoras. ¿Verdad?
En una startup, todos trabajamos con calidad y mimamos nuestro código. Tenemos tiempo para escribir clean code, refactorizar, probar con tests, usar TDD, DDD, arquitectura hexagonal, microservicios, eventos... y toda la lista de buenas prácticas que se te ocurra.
¿Verdad?
No. No es verdad. O al menos no como te lo imaginabas.
En una startup puede haber las mismas prisas que en una consultora. A veces más.
En una consultora, el objetivo es facturar. Si no factura, no cobra. Y si no cobra, no puede pagar las nóminas.
Pero para facturar hay que entregar antes.
La calidad no es su prioridad. Necesita, eso sí, una mínima calidad para que se acepte la entrega y poder emitir la factura.
No es que haya un ser malvado que busca entregar con mala calidad como parte de un plan oscuro. Los desarrolladores quieren hacer un buen trabajo. Simplemente, no hay incentivos para hacer un trabajo mejor que lo justo para entregar.
¿Y en la startup?
En una startup, el foco no está en facturar, pero sí en sobrevivir. Hay que alcanzar unas métricas para convencer inversores y cerrar la siguiente ronda. Para así poder pagar nóminas y seguir vivos.
Pero el tiempo corre. Muy deprisa.
A veces, para alcanzar estas métricas hay que construir con calidad. Otras veces es todo lo contrario.
Ya sabes, depende.
La clave entonces está en encontrar el equilibrio necesario entre calidad y velocidad para que te permita alcanzar el objetivo. Ni más calidad, ni menos.
De nada vale construir el código de mayor calidad del planeta si no consigues el objetivo. Nuestro amado código es sólo una herramienta. Una de varias. Y todas son necesarias.
Esto es así para startups y para consultoras. Porque siempre vas a tener presión. No te pagan para escribir el código perfecto, sino para que la empresa consiga el objetivo.
La calidad importa. Sí, pero el contexto manda.